El miedo que ronda a comerciantes y vecinos de varios barrios de Barranquilla y Soledad tuvo un nuevo sacudón en las últimas horas con dos capturas que golpean de frente a las redes de extorsión que operan en el área metropolitana.
La primera caída ocurrió en el barrio Las Palmas, donde fue sorprendido alias El Negro, señalado de pertenecer al grupo delincuencial organizado Los Pepes, una estructura conocida por sembrar terror entre tenderos, dueños de pequeños negocios y hasta transportadores. Según las autoridades, este hombre tenía la tarea de repartir panfletos intimidatorios en diferentes sectores, en especial en los barrios El Campito, Las Palmas y La Magdalena, donde cada volante representaba una amenaza velada: pagar o atenerse a las consecuencias.
El operativo dejó al descubierto la crudeza de su oficio. A El Negro le fueron hallados un teléfono celular, con el que, presuntamente, coordinaba las exigencias, y $500.000 pesos en efectivo, dinero que sería producto de las cuotas ilegales cobradas bajo presión a los comerciantes.
Mientras tanto, en Soledad, otro procedimiento terminó con la captura de un joven de 22 años en el barrio Porvenir. Lo que parecía una simple requisa de rutina terminó destapando una orden judicial vigente en su contra por concierto para delinquir agravado y extorsión agravada. Al verificar su identidad, los uniformados confirmaron que no se trataba de un ciudadano cualquiera: estaba siendo buscado por su presunta participación en la red de extorsión que golpea a este municipio.
Ambos hombres fueron presentados ante las autoridades competentes y enfrentan ahora procesos judiciales que podrían desenmascarar a más integrantes de estas estructuras criminales.
La extorsión se ha convertido en una práctica que carcome la tranquilidad de comerciantes en Barranquilla y Soledad. Desde la entrega de panfletos hasta las llamadas amenazantes, el delito ha tejido una red que busca controlar barrios enteros, aprovechando el miedo como arma principal.
Aunque estos dos golpes representan un respiro momentáneo, la realidad es que las víctimas siguen viviendo bajo presión, pagando sumas que muchas veces significan la ruina de sus negocios o el silencio obligado para poder seguir trabajando.
La captura de alias El Negro y del joven en Soledad es, sin duda, un avance en la ofensiva contra estas bandas, pero también un recordatorio de que la batalla está lejos de terminar. Las calles de Barranquilla y su área metropolitana siguen siendo terreno en disputa entre la ilegalidad y la esperanza de una ciudadanía que exige vivir sin miedo.
Redacción: judiciales