El cultivo de cannabis, en auge desde su despenalización en Estados Unidos para usos terapéuticos, aumenta el consumo de electricidad y, en consecuencia, de emisiones de gases de efecto invernadero.
Un estudio de la Universidad Estatal de Colorado, revela que en 2012, ese estado, se convirtió en una de las regiones de cultivo más importantes del país, al producir legalmente 530 toneladas, lo que generó 2,6 millones de toneladas de CO2. En comparación, las minas de carbón del estado solo producen 1,8 millones de toneladas de ese gas.
El problema radica en que algunos estados no permiten el cultivo al aire libre, lo que obliga a los cultivadores a recurrir a lámparas para imitar la luz solar, lo que eleva el consumo de electricidad, por no hablar de los sistemas de secado por calor y ventilación que consumen mucha energía.
El ejercicio es rentable, pero el planeta sufre.
Según los investigadores, podrían usarse lámparas LED y otros ajustes que ahorrarían 2,1 millones de toneladas equivalentes de CO2 al año, pero equivaldría a solo el 1,3% del total de gases de efecto invernadero emitidos en este estado.
Edición: Gustavo Enrique Bossio Jiménez
Foto: buddhagenetics.com