Mientras las ruedas de sus patines giraban por los últimos metros, Alex Cujavante tomaba aire y rogaba porque sus lagrimas no lo traicionaran. No era otra medalla más la que estaba por caer en su bolsillo, era la medalla de lo consagraba como campeón en su casa, la de los XXIII Juegos Centroamericanos y del Caribe Barranquilla 2018.
Solo fueron poco más de 16 minutos que resumieron la lucha de 12 años en los cuales el patinador barranquillero cultivó una carrera que lo llevó a ser el mejor patinador de pruebas de fondo, del mundo. Así lo acreditan sus títulos orbitales.
Y así lo dejó demostrado cada uno de los 37 puntos que alcanzó para ganar la competencia.
Es por eso que su estreno competitivo en el Patinódromo que fue bautizado en honor a él, generó tanta expectativa por parte de la afición, que aprendió a reconocer e su joven figura, a un ídolo.
Es por eso que la gente que no alcanzó a llenar el escenario, se fueron a los techos de las casas vecinas, balcones, terrazas y cualquier sitio que les permitiera ver la competencia.
El ambiente era un constante coro de ‘Alex-Alex-Alex’ que inundaba el ambiente. Nada más saltar a calentar y amarrar sus patines, la gente comenzó a aplaudir como si hubiese lanzado el primer sprint.
Pero la verdad es que no faltaba mucho para ello. Tras la orden de salida, cinco sprints ganados en línea, en la prueba de los 10 mil metros eliminación-puntos, lo dejaban liderando la competencia.
Un pequeño reposo de tres embalajes para tomar aire y salió disparado a tomar tres vueltas de ventaja sobre un grupo de tres perseguidores que quedaron borrados de la lucha por el oro.
Desde la mirada de estos tres, que quedaron peleando la plata, Cujavante se volvía a cada paso en un punto amarillo cada vez más distante.
De un momento a otro lo vieron pasar por su costado, superándolos desde atrás. No una, ni dos, sino tres veces.
Con tres vueltas de ventaja en el bolsillo del enterizo, y solo 6 para el fin de la prueba, Alex comenzó a dejar volar a toda su imaginación.
“Casi lloro”, reconoció, tras la carrera. “Me aguanté las lagrimas, se me vinieron a la cabeza los momentos más duros. Partir de casa muy pequeño, afrontar una madurez desde los 15 años viviendo solo. Pero nada, hoy este es el reflejo de toda mi familia. Esta es la mejor medalla que he podido ganar”, reseñó.
Alex, el mismo que en un Mundial Juvenil en Guarne celebró antes de llegar a la meta, estando eliminado, y terminó sobrepasado por un rival, esta vez se dio el lujo de celebrar en la pista regalando una de las tres vueltas que sacó de ventaja.
“Aguanté. Ahora lloraré solo en la habitación”, dijo de su gesto levantando el brazo y enseñando el número uno antes de cruzar la meta, ante el desbordante aplauso de su hinchada.
Cujavante se convirtió en el primer deportista en la historia de los Juegos en ganar una medalla en un estadio bautizado a nombre del mismo atleta.
Sus sueños de oro no pasan. Este domingo, a las 8:30 de la noche, buscará su segundo oro en la otra prueba de fondo de las Justas.
Texto: Andrés Noe Gómez (Especial)
Edición: Ricardo Ordóñez Simmonds
Foto: JCAC 2018