El miedo. Un factor con el que Bill Belichick y Tom Brady llevan jugando casi 20 años y que han sabido imponer a sus rivales con su mera presencia. Al más puro estilo Vader. Es el lado oscuro de la NFL y aquí, al contrario que en la superproducción de George Lucas, no hay Jedi que valga para devolver el equilibrio a la fuerza. Ni siquiera un niño prodigio con los niveles de midiclorianos por las nubes (como el ‘hype’) como Sean McVay. El nuevo prodigio de los banquillos tampoco encontró el punto débil de esa Estrella de la Muerte que son los Patriots y terminó claudicando como si de Obi-Wan se tratase para ver como los de New England conquistaban su sexta Super Bowl al imponerse por 13-3.
Un resultado corto por el respeto que infunden los Patriots y por la propia concepción del juego por parte de un Belichick más efectivo que efectista (3-0 al descanso) y que prefiere tener los Vince Lombardi a buen recaudo antes que aparecer en los highlights. Y claro con nueve presencias en la Super Bowl y seis anillos, a ver quién es el guapo que le discute ese concepto tan futbolero como es el estilo. Y eso que en esta ocasión no pudo contar con la mejor versión de un Tom Brady que (¡oh, sorpresa!) empieza a mostrar signos de flaqueza a sus 41 años.
Su relevo como protagonista ofensivo lo tomó un Julian Edelman que aumentó su leyenda en este tipo de partidos. El receptor de los Patriots dio una lección magistral de cómo se juega una final y él solo se bastó para volver loca a la defensa de los Rams durante la mitad. Los datos hablan por sí solos: siete recepciones y 93 yardas en los primeros 30 minutos. Cierto que no alcanzó la ‘end zone’, pero sus fintas y su movilidad dejaron en evidencia a todos sus marcadores. Pregunten a Talib si no.
Pero si la ofensiva de los Patriots no brillaba como se esperaba, qué decir de la los Rams. Cierto es que Brady no encontró su mejor juego, pero Goff no le fue a la zaga en la primera mitad. El quarterback del equipo angelino terminó con cuatro pases incompletos y un sack en cada uno de los terceros ‘downs’ de los que dispusieron los de McVay. Una muestra de cómo los Patriots y los nervios dominaron a un equipo que había maravillado con su ataque durante toda la temporada.
Hasta que se vieron las caras con New England en la Super Bowl y se convirtieron en el tercer equipo en quedarse en blanco en la primera mitad y el primero que terminó pateando en sus primeras siete posesiones. Un dato demoledor para comprobar la influencia que tiene ver un uniforme blanco como rival en una gran final.
Sin embargo, aunque tarde, los Rams llegaron al partido cuando menos se les esperaba. En la lona, los angelinos con Goff a la cabeza, se agarraron a las cuerdas y cuando el árbitro apuntaba al siete en la cuenta de 10, se pusieron de rodillas y volvieron a levantarse para regalar algunas de las mejores jugadas del encuentro. Y a pesar de la espectacular aparición de Mitchell para evitar el ‘touchdown’ visitante y de que Hightower arrolló al quarterback rival en otro tercer down malgastado, Zuerlein se puso el traje de salvador y anotó el field goal más largo de la historia de las finales para empatar el choque para los Rams a falta de dos minutos para el final del tercer cuarto.
En total 45 minutos sin anotar un solo ‘touchdown’, algo insólito en la historia de las Super Bowls.
En esta sequía anotadora los Patriots se manejaron como pez en el agua. Sin prisa. Sin nervios. Un equipo con su bagaje sabe que su momento era sólo cuestión de tiempo.
El ‘tight end’ de los Patriots ya había avisado en un par de ocasiones, pero ninguna como cuando Brady (por fin Brady) conectó con él a falta de siete minutos para el final, dejando a los Patriots a tiro de un touchdown que terminaría convirtiendo Sony Michel.
Sólo tenía que empujarla tras la gran jugada de Gronk y el ‘rookie’ no falló convirtiéndose en el novato con más ‘touchdowns’ en la historia de los ‘playoffs’.
Con tiempo para sacudirse el golpe, a los Rams les pesó demasiado la presión y no consiguieron sacar nada positivo de su siguiente ataque.
Ya sólo quedaba mirar el reloj y ver cómo pasaba el tiempo para aplaudir a un conjunto que pocos segundos después levantaba su sexta Super Bowl en 17 años y se convertía por derecho propio en historia viva del deporte mundial. Dios salve a los Patriots.
Fuente: NFL