“Se llegó a acuerdo, hubo un pacto de caballeros de ambos clubes. El partido se pasa para mañana a las 17”.
El presidente de la Conmebol, Alejandro Domínguez, habló en los vestuarios del Monumental y fijó finalmente una posición especial.
Todo cuando ya había pasado largamente el horario de las 19.15, que había fijado la entidad que preside para el comienzo de la Superfinal.
Luego de que Carlos Tevez denunciara más temprano que desde la Conmebol habían presionado a Boca para jugar el partido, Domínguez se empeñó en mostrar una postura ecuánime. “Esto no es una guerra, es fútbol”, ponderó el dirigente, quien agregó que “los jugadores son seres humanos”.
El directivo paraguayo remarcó que “uno de los equipos no quiere jugar, y el otro tampoco querría ganar en estas condiciones”.
Domínguez no ignora que la Conmebol había sido blanco de fuertes críticas por su papel en la organización de esta Copa Libertadores, que incluyó reclamos cruzados por la falta de claridad en la aplicación de sanciones para jugadores: el caso más claro fue el de Santos-Independiente, cuando se decidió darle por ganado el partido al equipo argentino por la mala inclusión de Carlos Sánchez. Pero también en la fase de grupos Bruno Zuculini había jugado para River pese a tener una suspensión pendiente, y en ese caso no se aplicaron sanciones porque el reclamo no se presentó a tiempo y además Conmebol no había notificado debidamente al club de Núñez.
Finalmente, con la medida de la postergación, la entidad logró aplacar en algo las críticas que ya estaban asomando por su postura de jugar la revancha este sábado pese a la agresión a los jugadores y a la decisión de Boca de no jugar. Así, se logró moderar en algo las críticas. Al menos hasta el próximo escándalo.
Fuente: Clarin.com