Apenas van dos meses del 2019 y de lo que será el fenómeno climático de El Niño en el país, por lo que fueron entregadas siete recomendaciones para saber enfrentarlo porque ya está haciendo impacto en la agricultura.
Según Yolanda González Hernández, directora del Instituto de Hidrología,
Meteorología y Estudios Ambientales (Ideam), la mayor repercusión de El Niño podría presentarse en el primer trimestre de 2019.
A su vez, Predicciones de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA, siglas en inglés) y la Universidad de Columbia, señalan que su efecto más fuerte se comenzaría a sentir desde marzo, y que abarcaría prácticamente el segundo trimestre.
De acuerdo con el Ideam, los efectos de este fenómeno se asocian a la
disminución de lluvias y aumento de temperaturas, impactos que a su juicio se sienten más en la Región Caribe, Andina y en los Llanos Orientales, al tiempo que señaló una zona que es susceptible de desabastecimiento de agua como son los municipios de La Guajira, Magdalena y Cesar.
Por lo anterior y teniendo en cuenta que en gran parte del territorio nacional el fenómeno de El Niño se asocia con la reducción drástica de las lluvias, Alexandre Cooman, director general de Cenipalma, considera importante compartir con la comunidad palmicultura varias recomendaciones con el propósito de reducir el impacto del déficit hídrico.
En primera instancia se sugiere la importancia del uso eficiente del agua
disponible: para las condiciones especialmente de la Zonas Norte, en las cuales con frecuencia se aplica riego en épocas secas, es conveniente revisar el estado de la infraestructura con el propósito de garantizar que la mayor cantidad de agua efectivamente llegue a las raíces de las palmas.
Las pérdidas de agua en reservorios, canales de conducción o fugas en sistemas presurizados; limitan el agua efectivamente aplicada a las plantas, destaca Cenipalma.
La segunda es mantener el suelo cubierto con materiales orgánicos y coberturas vivas: los residuos orgánicos reducen la pérdida de agua del suelo y también aumentan la capacidad de reserva de agua.
Los residuos orgánicos del proceso de extracción como tusa, fibra, lodos, entre otros; las hojas de poda, cosecha y los residuos de las plantas que acompañan al cultivo son un excelente aliado para cubrir el suelo, en especial haciendo una disposición localizada alrededor del plato de la palma.
El tercer punto hace referencia a las prácticas de retención de humedad en canales de drenaje. Para zonas donde no se aplica riego, es posible utilizar los canales de drenaje como reservorios temporales a través de obras como tronchos o barreras que limiten el flujo temporal del agua.
Una recomendación es la poda al día, que consiste en revisar que las palmas tengan un número óptimo de hojas de acuerdo con la edad. El exceso de hojas favorece la transpiración y la pérdida de humedad de la planta. Previo al inicio de la temporada seca, es necesario verificar el estado de las podas.
La quinta es que las palmas bien nutridas favorecen el adecuado manejo del agua al interior de la planta. Por ello se recomienda revisar el estado nutricional del cultivo y verificar que los nutrientes se encuentren balanceados en la planta y reforzar su aplicación en caso de ser necesario.
Y las dos últimas consisten en implementar una vigilancia sobre las plagas y la prevención de incendios. En cuanto a la vigilancia de las plagas, en general, estas proliferan más fácilmente en épocas secas, por tanto, se recomienda reforzar los monitoreos de las mismas y estar atentos a la formación de focos para actuar de manera oportuna sobre ellos.
Y ante el aumento del riesgo de incendios, tan comunes en épocas de sequía, se recomienda ejecutar guardarrayas, verificar la disponibilidad de equipos para controlar incendios, conformar las respectivas brigadas contra incendios y establecer una red de monitoreo con los vecinos para actuar de manera conjunta en caso de ser necesario.
Texto: Jorge Montaño Acosta
Foto: Cortesía Fedepalma