Así lo señala la Academia de Otorrinolaringología de Estados Unidos, la cual apunta que el cerumen que no esté causando obstrucción del oído, no debe eliminarse.
El cerumen de los oídos tiene la función de ayudar a atrapar la suciedad y el polvo, evitando así que las partículas se cuelen por el oído. Además, el cuerpo limpia de forma natural estas zonas al masticar o con el crecimiento cuando nueva piel empuja la cera fuera del canal auditivo. Es entonces cuando, según la Academia puede hacerse una limpieza básica en el duchazo diario.
Sin embargo, en un 10% de los niños, un 5% de los adultos y un 33% de los ancianos, el sistema de limpieza natural falla y ahí se necesita liberar la presión. Así que si ante fuertes dolores en los oídos, picazón, zumbido, pérdida de audición o secreciones por el canal auditivo, se debe contactar al médico.
El peligro se cierne en personas que llegan hasta llenar una jeringa con agua para eliminar la cera y las que se afanan en introducir, lo máximo posible, aplicadores de algodón que no hacen más que generar taponamientos, empeorando las cosas.
Edición: Gustavo Enrique Bossio
Foto: okdiario.com