La Organización Mundial de la Salud preparó un documento con las estrategias actualizadas para enfrentar la COVID-19.
Estos lineamientos se dan en medio del anuncio de varios países de salir de la cuarentena implementada para tratar de evitar la expansión del coronavirus.
Por ello se estipularon 6 criterios que las autoridades nacionales deben seguir para que la suspensión de ese periodo no origine riesgo para la salud a nivel global.
El primer criterio insta a controlar la transmisión de COVID-19 a un nivel de casos esporádicos.
De igual manera el sistema de salud de cada región debe cuidar que los casos que se registren puedan ser atendidos con la capacidad hospitalaria sustancial en reserva.
El segundo criterio de la OMS es que el sistema de salud de los países sea suficiente. Para ello, sugiere la detección rápida después del inicio de los síntomas, la práctica de pruebas de todos los casos sospechosos y el conocimiento oportuno de los resultados en un plazo de 24 horas.
Así como el aislamiento para los casos confirmados y el monitoreo de la cuarentena de quienes deben permanecer en casa.
En tercer lugar, sugiere minimizar los riesgos de brotes en entornos de alta vulnerabilidad, con la aplicación de medidas como la provisión de equipos de protección para el personal médico.
El cuarto criterio es la implementación de medidas preventivas en los lugares de trabajo con el fin de reducir el riesgo.
El quinto punto insta a la realización de un mapeo de los casos importados a través de un análisis del posible origen y las rutas de importación.
Por último, el sexto criterio que establece la OMS es que las comunidades estén totalmente comprometidas y entiendan que dicho proceso de transición implica el tratamiento y aislamiento no solo de los casos graves, sino de todos. Así como el cumplimiento de las nuevas medidas de control.
No obstante, la organización mundial pone de presente que el levantamiento de ciertas medidas debe ser de forma escalonada y gradual, basado en la evaluación de los riesgos epidemiológicos y los beneficios socioeconómicos.
También la OMS recomienda que haya un mínimo de 2 semanas entre cada fase de transición.
“Las decisiones sobre cuándo y dónde hacer la transición deben estar basado en evidencia, impulsado por datos precisos, en tiempo real”, añade la OMS.