Científicos de China, Estados Unidos, Países Bajos y 15 países más compiten en una carrera contra el reloj para obtener una vacuna que detenga el avance del virus SARS-CoV-2, más conocido como coronavirus 2019, que produjo la pandemia del covid-19, la neumonía que ha ocasionado unas 9.000 muertes a corte del 19 de marzo de 2020.
Los ingentes esfuerzos dedicados al desarrollo del conjugado viral permiten pensar que se acortarán los tiempos habituales, pero los expertos tienen serias dudas de que una vacuna viable llegue antes de 2021.
Además de lo anterior, luego de conseguirlo también harán falta recursos económicos, tiempo y capacidad de producción para que llegue a los millones de personas de todo el mundo que pueden necesitarla.
Existen algunos líquidos muy esperanzadores, pero tienen que ser eficaces y seguros.
Según el diario El País, en su versión digital, las dos vacunas que están más avanzadas son las que están desarrollando China y Estados Unidos. Los chinos están pisando a fondo el acelerador en la carrera por ser el primer país en producirla.
El Ministerio de Defensa chino aseguró en un comunicado que su primer prototipo ya está listo para realizar ensayos clínicos.
El biológico ha sido desarrollado por la empresa privada, CanSino Biologics, de Tianjin, cerca de Beijín, en colaboración con la Academia Militar de Ciencias Médicas que a estas horas ya deben tener varios voluntarios para realizar las primeras pruebas en humanos.
A la cabeza del equipo de investigadores está la bioingeniera y comandante Chen Wei, quien comenzó a trabajar en el proyecto cuando ella y su equipo llegaron a Wuhan, epicentro de la pandemia, a finales de enero.
Lo que han obtenido es una fórmula de nueva generación que solo contiene ciertos antígenos específicos sin patógenos, por lo que es contemplada como más segura que las producidas bajo los parámetros tradicionales, es muy segura y estable y requiere una sola inoculación.
Por su parte, los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos iniciaron la primera fase de ensayos clínicos de una vacuna experimental desarrollada por Moderna, una empresa de biotecnología que, emplea una técnica conocida como ARN mensajero (ARNm), la cual copia el código genético del virus en lugar de transmitir una versión atenuada del propio virus.
Históricamente, ninguna vacuna que emplee ARNm ha sido aprobada para su uso en humanos. El biológico está siendo inyectado dos veces con 28 días de diferencia para observar la seguridad y los resultados con diferentes dosis. Se espera que el ensayo termine en unas seis semanas.
Los chinos también están desarrollando un prototipo con ARNm, en el que participan el Centro Chino para el Control y Prevención de Enfermedades, la Universidad Tongji de Shanghái y la empresa Stermina.
La posible vacuna está siendo probada en animales y se espera que alcance la fase clínica a mediados de abril.
El Global Times chino, publicó a inicios de esta semana que “Alrededor de 19 horas después de que Estados Unidos anunciara que comenzaba las pruebas en humanos para la primera vacuna contra el coronavirus, China reveló que también desarrolla sus propias pruebas.
Por lo visto, el ganador de la carrera -que algunos tildan de ‘guerra’- no es quien llegue primero a la Luna sino a la vacuna.
El Partido Comunista Chino (PCCh), busca aprovechar la positiva gestión desarrollada contra las infecciones en su país para profundizar su imagen de potencia científica y sacudirse, de paso, de cualquier responsabilidad en lo sucedido.
Donald Trump, reunido con ejecutivos de importantes farmacéuticas de su país, pidió tener una vacuna lista para las elecciones presidenciales que se celebrarán en noviembre.
Hay que tener en cuenta factores económicos del desarrollo de las vacunas. La Coalición para las Innovaciones y Preparación para Epidemias (CEPI), una organización sin ánimo de lucro con sede en Oslo (Noruega), ha incrementado en más de 90 millones de dólares sus ayudas para impulsar el desarrollo de vacunas. Uno de los receptores de financiación de la CEPI es Moderna. El segundo, un laboratorio de la Universidad de Queensland (Australia), también tiene una posible vacuna que comenzará a probarse en humanos en los próximos meses.
Mario Santirso y Daniel Mediavilla
Edición: Gustavo Enrique Bossio
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