Por Víctor Herrera Michel
La cifra es verdaderamente escalofriante. En el departamento del Atlántico llevamos más de 10 mil muertos por Covid-19 durante los casi dos años de pandemia. Esa cifra equivale a multiplicar por 30 el número total de homicidios ocurridos en Barranquilla el año pasado. ¡¡Y seguimos contando…!!
En efecto, la semana pasada alcanzamos y superamos esa cifra e, inexplicablemente, hemos venido presentando, desde hace aproximadamente un mes, un número diario de fallecidos muy superior a los de otros departamentos de la costa.
Para tener una referencia internacional, esa cifra de más de 10 mil víctimas mortales de Covid-19 en nuestro departamento (con 2,5 millones de habitantes) es, por ejemplo, la mitad de todos los fallecidos en Japón (con 125 millones de habitantes) y más del doble de los de Australia (con 26 Millones de habitantes). Así mismo, en Colombia somos, proporcionalmente, el territorio con más muertos por la pandemia. Es, sin lugar a dudas, la peor tragedia humanitaria que hemos padecido en toda nuestra historia.
A eso se suma el número de contagiados, que a la fecha superan los 400 mil en el departamento del Atlántico. Eso sin contar que desde hace un mes, por disposición del gobierno nacional, no se hacen pruebas sino a menores de 3 y mayores de 60 años. De otra parte, nuestra positividad sigue siendo alta. De cada 100 personas que se someten a pruebas, 35 salen positivas.
Vale la pena entonces analizar qué nos deja de enseñanza y qué acciones debemos acometer para no volver a padecer lo que promete ser repetitivo.
En primera instancia, hay un aspecto que tiene que ver con la salud física. Los estudios demuestran que, aunque no lo creamos, nuestra alimentación tiene que ver mucho con las enfermedades que contraemos. Por eso existen tres aspectos que se conjugan en la denominada seguridad alimentaria en nuestro departamento:
Primero, debemos garantizar que la población coma. No es posible ni entendible que hoy casi 70 de cada 100 habitantes en el Atlántico solo pueden comer 2 veces al día por falta de recursos. Eso es un poco más de 1.750.000 personas que no llegan a consumir su tercera comida.
Segundo, debemos promover una buena alimentación. Así sea 3 veces al día, si consumimos en su mayoría comida chatarra, harinas, azúcar, grasas, alcohol, etc. por supuesto que nos enfermamos.
Tercero, hay que implementar una gran y verdadera revolución agropecuaria en nuestro sector rural que, además de garantizarnos suficiente cantidad de alimentos saludables, genere ingresos a tantas familias empobrecidas. No es equitativo que hoy el 80% de las verduras, frutas y carnes que consumimos en el Atlántico no son cultivadas ni criadas aquí.
Igualmente está lo de la salud mental. Ese es otro tema muy delicado. Entre otras cosas porque el miedo, la depresión, el estrés, la angustia, la tristeza o la ansiedad afectan nuestro sistema inmunológico.
Es hora de cambiar nuestras prioridades como sociedad. Hay nuevas metas que alcanzar en las que debemos comprometer a gremios de la salud y la producción, las instituciones educativas, las administraciones y a los congresistas.
También es necesario que hagamos una especie de catarsis o un acto de contrición sobre la tragedia que aún estamos viviendo para superar el duelo de la pérdida de miles de abuelos, padres, hermanos, tíos, primos, sobrinos, amigos, vecinos, etc. Incluso buscar la manera de hacer un homenaje o construir un monumento a esas más de 10 mil víctimas y a sus familias.
O la otra es: ¡…Dale palante que ya viene el Carnaval…y aquí no ha pasado nada…!
@vherreram