“No hay mal que por bien no venga” nos enseñaron los mayores. Si bien el nuevo Coronavirus se ha expandido por más de 140 países, ha contagiado a decenas de miles de personas, cobrado la vida de más de 7.000 y ha iniciado una crisis económica y social de la cual no sabemos aun cuando vamos a salir, también es cierto que, aunque parezca increíble, nos ha traído ciertos beneficios.
En primer lugar, los países han reaccionado –algunos más rápido que otros– en razón a la declaratoria de pandemia por parte de la OMS que obedeció más que a la expansión del virus a lo que llamó la “inacción” de la mayoría de naciones a donde había llegado y las que estaba por visitar.
La solidaridad internacional, que hace invisibles las fronteras, también se ha demostrado en el detalle de China de enviar 9 de sus expertos en el virus a Italia, el país más afectado de Europa, acompañados de 30 toneladas de material médico antiviral. Hasta Nicolás Maduro le propuso a Colombia enfrentar juntos el virus, independientemente de sus diferencias ideológicas. ¡Por cierto, sorprendentemente el gobierno de Iván Duque respondió cerrando las fronteras con el vecino a pesar de tener nosotros más casos confirmados que ellos!
Bill Gates predijo inútilmente en 2015, cuando la epidemia del Ébola, que en el futuro un virus cobraría muchas más víctimas que una guerra mundial. Por eso, como nunca antes, la reacción científica mundial ahora es destacable. En estos momentos hay más de 80 ensayos clínicos con antivirales en curso. También más de 8 proyectos de vacunas contra el Covid-19. Varios países están a punto de llegar a la vacuna ideal.
La ciencia está avanzando de una forma notable. Se han publicado hasta el momento más de 200 artículos elaborados por cerca de 800 autores repartidos por todo el planeta. En el 2003, cuando ocurrió lo del SARS, se tardó más de un año en obtener menos de la mitad de artículos.
También el Covid-19 nos ha obligado, de manera positiva, a cambiar drásticamente nuestras costumbres provocando que hoy estemos mucho más y mejor preparados para una nueva amenaza viral.
Encontramos la importancia del lavado de manos, de guardar distancias, de no asistir o a cuidarnos cuando asistamos a eventos masivos y de protegernos hasta con tapabocas cuando estemos enfermos para no afectar a los demás.
Por otra parte, entendimos que ante esta amenaza de muerte ya no es importante el carro último modelo, la cartera cara o la ropa de marca que además no podemos lucir porque estamos confinados a permanecer mucho más tiempo en casa. Pero es entonces cuando hemos comenzado a pasar más tiempo con nuestra familia y seres queridos, inventando juegos, viendo juntos tv, haciendo teletrabajo, promoviendo charlas y cuentos y cuidándonos los unos a los otros, especialmente a los niños y abuelitos. Igualmente se aminoran –esperamos que no sea nada más que por estos críticos momentos– sentimientos negativos como la arrogancia, la soberbia y la envidia. Es decir, volvemos a lo fundamental y comenzamos a priorizar lo importante.
Finalmente, extrañamos las reuniones con los amigos, las clases y eventos en la universidad, Ir al estadio para ver los partidos o los conciertos, las rutinas diarias del gimnasio, los eventos al aire libre o en los parques, la asistencia a los cultos religiosos y hasta las idas al centro comercial y al cine. ¡¡Sin lugar a dudas, cuando volvamos a la normalidad todo esto nos parecerá un maravilloso regalo que sabremos valorar…!!
Por Víctor Herrera
@vherreram
Foto: psicopedagogia.com